martes, 25 de mayo de 2010
Línea continua
Fue una noche cerrada de aire irrespirable. Salió con paso firme aunque iba temblando. Recorrió entonces aristas, semicírculos, líneas rectas y hasta curvas helicoidales. Desgastó sus botas en enloquecido transitar. Vagó entre sueños, pasajes imaginados y realista crudeza. Y por fin, tras cruzar la Avenida Sinesperanza y bordear la Plaza de Ladesilusión, mientras enfilaba decidida la Calle de Losdiasperdidos, pudo verlo claramente. Allí mismo, justo en frente, detenido como si no hubiera mañana. El pelo aún húmedo, en alegre alboroto, y su sonrisa de niño travieso.
Caminó vacilante los pasos que les separaban. La vista concentrada en un sólo punto. Estaba tan cerca que casi podía sentir su aroma incrustándose. Cerró los ojos evocando otro tiempo, otra escena... Cuando volvió en sí, él ya no estaba. De repente, se sintió tremendamente exhausta, como si llevara toda una vida caminando. Unos pasos más adelante, justo al lado de la fuente, había un banco. Pensó en sentarse, valorando la posibilidad de descansar un rato... tan sólo un instante. Pero finalmente, decidió no detenerse. Al menos, esa noche, seguiría caminando.
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