sábado, 28 de abril de 2012

Impulso magenta


La pincelada huida
adentrándose en el blanco
en diez años inmensos
en la carnaza promesa sangrante.
Se mueve como el hombre
que deseando existir
se empeña y sigue su estela.
Barniza lo que ya fue
despierta estimativa el instinto
e impregna su aroma rancio
de días sin reloj.

Al rato, es esa pincelada,
nostálgica de sentimientos
ebria, ya eufórica
que avanza aún compungida
pero imbatible en su caricia.
Va escribiendo formas
se contagia sedienta, sonríe.

Finalmente lujuriosa ahora
y ávida de placer
se baña enfática en azules
verde bilis, rojo fuego.
Se desliza, danza frenética
se balancea cadenciosa
disfrutando entre algoritmos
trópicos de alegorías
entre la fresca sensación
de una nueva crónica
y la otra que le abriga
anciana ya en su mirar.

Tras la juerga sencilla
regresa posada
a su torre de vidrio
para empaparse rendida
mientras contempla serena
la noble creación
de su inminente despertar.


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